En los últimos tiempos se ha logrado un aumento gradual del promedio de vida de caninos gracias a una mejoría en el control de la sanidad (enfermedades infecciosas, parasitarias), de la salud (controles veterinarios, avance de biotecnologías) y también de un progreso en el campo de la investigación de la nutrición de esta especie.
Si bien la vida media máxima se encuentra determinada genéticamente, la vida media promedio puede ser significativamente afectada por estos controles.
El efecto de la edad sobre el organismo se observa en la alteración de la capacidad funcional de los órganos y existe una variedad de signos que debemos atender.
Con el transcurso de los años la piel pierde elasticidad y se acompaña muchas veces de hiperqueratosis y de alteraciones de los folículos. Estos últimos pueden atrofiarse produciendo áreas de pérdida de pelo. La pérdida de las células pigmentarias en los folículos pilosos, produce la aparición de pelos blancos que muchas veces se observan alrededor del hocico y de la cara, como pequeñas canas.
Otro dato a tener en cuenta es que los perros gerontes sufren más el frío por dos razones: por un lado, no pueden mantener una correcta regulación de la temperatura y por otro, suelen padecer enfermedades asociadas a la edad, como artritis o artrosis, que se agravan notablemente con las temperaturas bajas.
Durante el envejecimiento se presenta una reducción de la masa muscular y un aumento del tejido adiposo (grasa). Además, en los perros gerontes la insuficiencia renal es una de las principales causas de muerte. A nivel clínico dicha enfermedad se asocia con pérdida de peso, atrofia muscular y anemia, entre otros. También en esta etapa de vida aparecen las enfermedades periodontales, la formación de placa bacteriana y/o la pérdida de piezas dentales.
La edad avanzada puede producir una reducción de las reacciones generales a los estímulos y una pérdida parcial de algunos sentidos. Una alteración del gusto puede llevar a una disminución del interés por el alimento, ocasionando una reducción de la ingesta y por consiguiente una pérdida de peso en algunos animales gerontes.
Hay que tener en cuenta el síndrome de disfunción cognitiva (SDC) que se caracteriza por desorientación, ansiedad, pérdida de memoria y disminución en adaptabilidad; presentándose un aumento de la irritabilidad/agresión, pérdida de los hábitos de alimentación, interrupción del patrón normal de sueño y/o marcada disminución del nivel de actividad.
El estudio sobre la nutrición de este rango etario tiene como objetivo brindar una mayor calidad de vida mediante la prevención en la aparición de ciertas patologías y un enlentecimiento en el avance de ciertos procesos degenerativos inevitables asociados al paso del tiempo. La dieta de perros gerontes debe incluir proteínas de alto valor biológico que no solo ayudan a preservar la masa muscular, sino que además brindan una reserva que el animal utilizará para lidiar frente a diferentes episodios de estrés, antioxidantes que ayuden a retrasar el envejecimiento celular, niveles adecuados de vitaminas y minerales, estimulantes de las defensas, protectores articulares, entre otros.
¿Tu perro tiene más de 7 años? ¿Notaste alguno de los cambios que se mencionan en la nota?